China se ha convertido en uno de los principales actores internacionales en los Balcanes, una región que tradicionalmente ha estado bajo influencia europea y estadounidense.
En el pasado, la mayoría de los países de esta montañosa región conformaron la extinta Yugoslavia, y hoy representan para China una puerta de entrada a Europa occidental para su llamada Nueva Ruta de la Seda, una ambiciosa red de proyectos de infraestructura repartidos en los cinco continentes.
Desde el lanzamiento en 2012 del mecanismo de cooperación “16+1”, que reúne a los países de Europa Central y Oriental, las inversiones chinas en los Balcanes occidentales se han multiplicado.
Actualmente abarcan sectores claves de la economía y han generado deudas multimillonarias, así como muchas preocupaciones.
“La influencia comenzó principalmente vía grandes proyectos, como la construcción de autopistas en naciones como Montenegro o Macedonia del Norte”, le dice a BBC Mundo Vladimir Shopov, investigador del European Council on Foreign Relations (ECFR).
El caso de Montenegro es posiblemente el más llamativo. La nación balcánica y el banco estatal chino Exim firmaron en 2014 un contrato de préstamo preferencial por US$942 millones para financiar un tramo de 41 kilómetros de carretera.
Los críticos del proyecto advirtieron desde el principio que era poco rentable y ahora el proyecto ha puesto en peligro la soberanía del pequeño Estado de 622.000 habitantes, advierte el semanario serbio Vreme.
Tomando en cuenta que en el momento en que se firmó el acuerdo, el préstamo representaba cerca del 30% del PIB de Montenegro, es válido decir que el pacto convirtió a China en el principal banquero del país.
Hoy la deuda pública de Montenegro equivale al 103% de su producción económica y la preocupación es tal que a principios de año las autoridades montenegrinas le pidieron a la Unión Europea (UE) que les ayudara a pagarla, pero Bruselas se negó.
“Montenegro está al borde de la bancarrota, tiene que renegociar el préstamo y en las negociaciones China cuenta con una gran ventaja y tiene básicamente el poder de dictar los términos de la evolución económica del país”, resume Vladimir Shopov, quien también es profesor de Asuntos Asiáticos en la Universidad de Sofía, en Bulgaria.
Otras controvertidas inversiones de China en los Balcanes incluyen la adquisición de la principal planta siderúrgica de Serbia, Železara Smederevo; un ferrocarril de Budapest a Belgrado cuya viabilidad económica no termina de convencer y una gran central térmica en Bosnia y Herzegovina que preocupa a los ambientalistas.
Los intereses de China en los Balcanes son diversos.
Uno de los principales, según Shopov, es que Pekín desea establecer una presencia significativa en la periferia de Europa.
Pero los Balcanes occidentales también se encuentran en el corazón de una importantísima ruta marítima, próxima a Europa occidental, África del Norte y Asia occidental.
China lo sabe y por eso ha mostrado interés en varios puertos a lo largo del Mar Adriático.
Pekín ya controla el puerto de El Pireo, el más importante de Grecia, así como el de Kumport, el tercero más grande de Turquía; además tiene acciones en varios otros puertos en el sur de Europa. Y recientemente puso una oferta para obtener una concesión en el puerto de Rijeka, en Croacia, pero no se la otorgaron.
Según reportes de la prensa croata, la presión de EE.UU. y de la UE fue tan grande que aunque China puso la mejor oferta para obtener una licencia de 50 años, las consideraciones políticas fueron decisivas en la negociación.
Fuente: BBC